Hoy es el tercer día del camino, amanece con neblina y salgo a las 8 am de Cizur Menor, después de un pequeño café me encamino con André y Veronique rumbo a la salida de este pueblo. Una vez saliendo acelero la marcha y me separo de mis compañeros.
Después de unos cuatro kilómetros y algunos desechos, paso por Guendulain, y veo a Zarriquiegui en lo alto de una colina. Sigo recto a la famosa cuesta del perdón, la niebla sigue y de repente el camino sube y sube, al llegar a la cima me encuentro con unos molinos de viento gigantes, silenciosos, de repente la niebla se deshace y ya veo todo las claro… Los molinos y tras de mi, y puedo ver todo el valle de Pamplona y los pueblos que la rodean, veinte metros más adelante se ven los pueblos del valle de Puente la Reina y la bajada interminable, trato de distinguir el camino de Santiago entre las infinitas opciones, pero me es imposible.
La bajada es dura mucha piedra grande dificulta el paso. Una vez abajo aparece Uterga, el pueblo es alargado como todos los más antiguos del camino, como siempre entro por la calle mayor y a mi alrededor los principales edifios. Sobre el final avisto un bar/albergue y decido darle al cuerpo un descanso. En el bar me atiende una chica encantadora,pido medio bocata de tortilla, agua y después de una breve conversación con la dueña llega el bocata. La tortilla era bien amarilla como dios manda, y tras el primer mordisco, que tenía el sabor del aceite del bueno, del rico-rico (pienso que me estoy comiendo el mejor bocata de mi vida). Después de reponer energías, sigo el camino rumbo a Puente la Reina, Paso Obanos y a dos kilómetros más adelante ya estoy en la entrada de Puente la Reina. Desde la carretera, veo la torre de la iglesia cerca, me acerco, hasta qe entro en el pueblo y cuando doblé en la calle mayor veo una pequeña multitud de mesas, música,comida y vino. El cura me ve , me pregunta si soy peregrino, me abraza y me lleva donde las mesas, donde me sirve vino, me trae pan y un plato de chistorra. Yo todavía no podía reaccionar, de repente veo a dos franceses Benoît y su padre y a un italiano que habían dormido conmigo la noche anterior en Cizur, perdidos en la multitud, les saludo y me incorporo a la fiesta después de dejar la mochila.
Tras más de treinta minutos conociendo gente del pueblo, se acerca un grupo de chicas a bailar, y uno chicos tocaban musica, venían a ocupar el centro. Aproveché y me puse lo más cerca de la comida y el vino posible y me pongo a ver el espectáculo con mi pan con chistorra y un vinito. Las personas que tengo al lado me preguntan de dónde vengo y me pongo a conversar con ellos, me cuentan que son el alcalde y el segundo del pueblo. La danza termina y de a poco la gente va volviendo a casa. Yo estando sedado por el vino decido quedarme a dormir en el albergue de este pueblo.
Más tarde llegan André y Veronique y me quedo hablando con ellos antes de dormir.